domingo, 30 de septiembre de 2007

El Performance es un arte perro




El performance es un arte perro



TEXTO ALONSO AGUILAR ORIHUELA


Para Pancho López, artista del performance, la disciplina, su arte, es una actitud, un “arte perro” capaz de morder, ladrar, quejarse al evidenciar, al presentar una realidad social: “no es un acto que se hace en cinco minutos, es un arte que se conforma con la observación cotidiana de trabajos, con la presentación constante de trabajos, con la confrontación que tienes con la vida y con el arte todos los días”.
El artista, quien fue de los primeros en apoyar y realizar los primeros performances en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que, más que otras artes, la disciplina que ha fomentado es una forma de vida en la que el creador se involucra y aprende a vivir como un sentido agudizado en referencia al arte.
“Es un compromiso ver las cosas que pasan en la calle con la lupa del performance, y eso te permite entender cosas que regularmente no pelas: ver cómo camina la gente, cómo come, cómo se comunica con los demás, como se entablan las relaciones, son pequeñas cosas tan cotidianas que ni las pelas y, cuando las entiendes como acciones las ves de otra manera, te viajas, es un mundo interior que vas generando y entendiendo con relaciones personales de cómo funcionan las cosas. Es una forma de vida, un compromiso”.
La distinción entre un pintor, por ejemplo, y un performancero es que el modo de creación es distinto. El espacio, el tiempo, lo efímero es la materia de Pancho López, la creación de momentos, de situaciones, es un arte vivo que “se trata de generar propuestas que no puedas contener, generar algo que transmita algo a la gente donde estas, en el momento en el que estás, que alguien se acerque y te diga si sintió, no sintió o que se vayan a su casa pensando en lo que vieron. Esa es la diferencia, que la mayoría de los artistas utilizan elementos para crear: pintura, lienzos, madera, cerámica. En el performance no se necesita ninguno de esos elementos, se pueden usar, pero se puede recurrir a elementos de la cocina, a un rollo de papel de baño, lo que se construyen son metáforas”.
--¿Este es un arte de este momento histórico?
--Yo creo que un arte de este momento es el netart. Todo lo digital, lo que tenga que ver con internet, con lo globalizado que está el mundo. Todo lo que se haga aquí se puede ver del otro lado del mundo con un clic, eso es lo que está de moda, no importa qué esté ocurriendo: performance, pintura.
“Si alguien pinta y después fotografía el cuadro, lo sube a una página o se manda a miles de correos, es lo del momento, Pepsi es lo de hoy. Sin embargo, depende mucho del creador, si quiere que lo vean, que no lo vean, cómo se maneja la obra, qué obra se va a hacer, a quién quieres que le importe: a la gente, a la institución, a ti mismo. ¿Cuál es el objetivo final de la obra?, presentarla a un grupo de chavos, de alumnos, o en el MACO (Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca)”.
A nivel nacional, el performance está en constante cambio y, “como la creación no es cuantificada, como no se saben cuántos se hicieron el fin de semana pasado en la Ciudad de México”, saber de su estado actual es difícil, sin embargo, López opina que “por lo menos en el defe, hay un movida de bastante grande, están ocurriendo muchas cosas. El Ex Teresa, que había desaparecido de las marquesinas culturales del mapa, de repente volvió con nuevo programa, nuevo director, nueva curadora y aunque faltan cosas porque es muy difícil porque faltan muchas cosas y es un museo muy complicado, han logrado reincorporarse de una caída muy fuerte. El performance está a la alta”.
El reto que enfrenta la disciplina es salir de facilismo discursivo en el que comúnmente cae, “no creo que provocar impacto o escandalizar al público sea el reto del performance, puede ser un recurso. En realidad, una de las intenciones que debe tener no es sorprender ni escandalizar, es transmitir lo que quieres decir de la manera en que lo quieras decir”.
El performance y la contracultura han sido íntimamente ligados en su afán de crítica social, en un mundo que trata de buscar otros discursos –quién sabe cuáles ni cómo—, para ordenar y resignificar su realidad.
“Yo creo que el performance es un arte perro, capaz de morder, de ladrar, de quejarse y cuando la gente se queja y dice que ya no es contracultural, alternativo, dicen que es un perro domesticado, ya cariñoso, juguetón y que hasta puede ser bonito. Todos esos términos de underground, contracultura, alternativo, están súper manoseados y el peor, para mí, es la resistencia. Resistencia, en México, para mí, nada más las de las parrillas eléctricas, es la única que hay.
“Eso de que soy resistencia porque le saco las tripas a una gallina, me encuero y la azoto contra la pared, no es ni contracultural, underground o alternativo. Demuestra que eres aventado, que no le tienes asco a la sangre, ni respeto al animal ni nada. Eso es parte de un cliché, es muy fácil, es súper gratuito. Resistencia es alguien que trabaja y que sigue en lo que quiere estar; la constancia es resistencia

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